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Al discutir sobre la Sarcopenia, se entiende que solo suele presentarse en adultos mayores como parte del deterioro físico común en las edades que superan los 60 años, lo que se le conoce como Sarcopenia primaria. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que la aparición de esta condición también puede ocurrir como consecuencia de otras enfermedades o condiciones, en cualquier edad, por lo que se le considera como Sarcopenia secundaria. 

 

Causas de la sarcopenia 

En este sentido, el Grupo Europeo de Trabajo sobre la Sarcopenia en Personas de Edad Avanzada 2 (EWGSOP2, por sus siglas en inglés) ha señalado que esta enfermedad puede desarrollarse de forma paralela a las siguientes situaciones de salud: 

 

• La obesidad Sarcopénica, que combina la pérdida de masa muscular magra con un aumento de la grasa y la infiltración de esta en el músculo, frecuente en adultos mayores. (Dhillion, R. y Hasni, S, 2017) 

 

• La fragilidad, un síndrome geriátrico multidimensional que comparte criterios con la Sarcopenia respecto a la disminución de ciertas funciones y capacidades corporales. (Dhillion, R. y Hasni, S, 2017) 

 

• La caquexia, caracterizada por una disminución severa de músculos, acompañada usualmente por enfermedades sistémicas como cáncer, cardiomiopatía y enfermedad renal en etapa terminal, además de relacionarse con la inflamación, resistencia a la insulina, anorexia, entre otras. (Dhillion, R. y Hasni, S, 2017) 

 

• La malnutrición,sin importar si proviene por una dieta pobre, poca biodisponibilidad de nutrientes o una fuerte demanda de nutrientes, como suele suceder en la tercera edad. (EWGSOP2, 2018) 

 

Debe tenerse en cuenta que el sedentarismo o la falta de actividad física suele ser la principal causa para un deterioro acelerado del sistema muscular, por lo que estimular el ejercicio es imperante para una vejez activa e independiente. 

 

 

Tipos de Sarcopenia 

 

Adicional a esto, el EWGSOP2 (2018) ha indicado que la Sarcopenia puede presentarse de forma aguda o crónica, señalando que la primera suele tener una duración de menos de seis meses y estar relacionada con una enfermedad o lesión también aguda, mientras que la segunda está asociada a condiciones avanzadas y crónicas, por lo que su aparición sobrepasa los seis meses, con lo que se incrementa el riesgo de muerte.  

 

Por ejemplo, la Sarcopenia aguda puede aparecer de forma secundaria a la hospitalización a raíz de una cirugía en una persona de la tercera edad, pues el reposo y los procesos inflamatorios contribuyen a una disminución acelerada de la masa muscular y el rendimiento físico, del que es difícil recuperarse. 

 

Al respecto, el EWGSOP2 (2018) manifiesta que “la distinción pretende resaltar la necesidad de realizar evaluaciones periódicas de Sarcopenia en razón de determinar qué tan rápido se desarrolla o empeora”. Con esto, se espera facilitar una intervención temprana con tratamientos que puedan ayudar a prevenir o retrasar el avance de la enfermedad y los malos desenlaces. 

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